1. Técnicas de grabado en el libro antiguo poblano

El grabado fue el principal medio que tuvieron los autores y los impresores para ilustrar diversos conceptos y pasajes de los textos, así como para decorar y embellecer las secciones de que se componía el libro. Durante todo el periodo de la imprenta manual, que inicia en occidente con el invento de Gutenberg y se extiende hasta la aparición de procesos mecanizados de impresión, los soportes que se emplearon para realizar imágenes fueron madera, metal, y posteriormente piedra. Las técnicas de ilustración bibliográfica pueden agruparse en tres grandes clases: grabado en relieve, en hueco, y en plano. Por orden cronológico de aparición, en Nueva España se usaron la xilografía y la calcografía. La litografía surgió en Europa en el siglo XVIII y llegó a México en 1827, prácticamente de forma simultánea con los primeros atisbos de mecanización de la producción editorial, por esa razón no se la ha contemplado en esta muestra.

El grabado en madera

La xilografía —del griego xýlon, madera y gráphein, escribir— es una técnica de grabado en relieve —igual que la de lo tipos móviles—. Este sistema de impresión es elaborado a partir de planchas de madera grabadas y fue el primero de los sistemas empleados en la ilustración del libro, también conocido como impresión tabelaria. Las maderas empleadas eran normalmente duras y veteadas y se las tallaba en el sentido de la fibra, aunque las iniciales y escudos de armas a veces se hacían a contrafibra. La dimensión del grabado podía ser tan grande como lo permitiese la prensa, aunque las medidas usuales no sobrepasaban los 15 cm; por ello para obtener un bloque de mayor dimensión se ataban varias piezas de madera juntas. Los instrumentos para tallar la madera eran cuchillas o buriles, que incidían en las partes que se quedarían blancas tras la impresión y se dejaba intacta las que se deseaban en negro.

La afinidad de la xilografía con el relieve de los tipos móviles fue una ventaja para lograr la reducción de tiempos y costos de producción libraria pues el entintado y la tirada de la imagen se hacían de forma simultánea al del texto.

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El grabado en cobre

La calcografía —del griego chalkós, cobre, bronce, y graphein, dibujo—, tiene su origen en el nielado, grabado en hueco sobre una lámina de plata que se llenaba con esmalte negro, técnica que probablemente se conoció en la antigua Grecia; en el siglo VII se practicó en Marsella y fue descrita por primera vez en el siglo XII. La primera descripción de la técnica data del siglo XII: un portapaz de 1460 producido por Maso Finiguera (1426-1464) fue la base de la talla dulce, aunque otros autores consideran que hubo una imagen previa de 1452. El sistema decae hacia la tercera década del siglo XIX, coincidiendo con el inicio de la producción industrializada del libro y el final del periodo de la imprenta manual.

En esta técnica existen dos grandes procedimientos de impresión: aquellos basados en el “principio de llenar” como los sistemas de talla dulce (una plancha de metal que se graba con buril: punta seca, buril, a la manera negra, al lápiz), y aquellos basados en el “principio de morder o carcomer” que emplean el ácido (al agua fuerte, al barniz blando, al agua tinta y al azufre). Para esta clase de impresión el papel debe estar húmedo, se coloca la plancha sobre él y se ejerce la presión para que la impronta se fije. Para esta impresión se usa una prensa llamada tórculo, compuesto por dos grandes rodillos, uno sobre otro, entre los cuáles pasaba el sistema compuesto por la placa, el papel, una tabla y dos fieltros delgados.

Los libros que tienen grabados calcográficos se hacían en dos tiempos, uno para la impresión del texto y otro para la estampa de la imagen. Cuando los grabados eran pliegos sueltos, éstos se añadían al libro antes del alzado de los pliegos en la imprenta o librería, sin embargo.

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