Las letras de la muerte: de agonías, fallecimientos y sepulcros

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as preocupaciones en torno a la muerte mudaban con el tiempo. En la época virreinal se advierte la insistencia en prepararse para el bien morir, en estar alertas en los momentos finales, meditando en la Pasión de Cristo; armarse espiritualmente para el combate final de esta vida, aquel en el que ángeles y demonios estarán luchando por arrebatar el alma. De ahí que, en vida, cada cristiano se debiera instruir de lo que podía pasar, para que en la postrera batalla se pudiera vencer. En esta lucha, además del agonizante, el sacerdote que le asistiera jugaría un papel central, por lo que era primordial que contara con una cuidada preparación para auxiliarle correctamente.

En el siglo XIX, el siglo de la laicidad del Estado, la preocupación se movió al último lugar, al de la sepultura. Muchas voces se levantaron contra la práctica de los entierros en sitios no santos. Luchaban por evitar que los cementerios cayeran en manos del estado, porque consideraban casi un acto impuro que no fueran resguardados por la Iglesia. Al final, la lucha la ganó el gobierno: los panteones se secularizaron y se convirtieron no sólo en centros del recuerdo sino de la arquitectura y el arte, con grandes monumentos funerarios, que recordaban a los túmulos, no sólo de carácter cristiano, sino muchos ya civiles y laicos.

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San Alfonso María de Ligorio, fue el gran teólogo y modelo de pastor del siglo XVIII, su Manual de confesores se volvió fundamental en la praxis de la Iglesia decimonónica, en el cual condensa muchas reglas, recomendaciones y pautas para que los clérigos siguieran en los diferentes momentos de la vida sacramental de sus fieles. Dedicó un buen apartado para explicar la liturgia propia de la asistencia final a los fieles, lo que nos permite inferir cómo eran los momentos posteriores a la administración de los sacramentos, momentos que son la antesala de la muerte; estos se caracterizaron por ser de intensa oración, en los que muchos objetos sagrados eran utilizados para ayudar al bien morir: el agua bendita debía ser rociada sobre el enfermo muchas veces, “especialmente si se ve acosado de las tentaciones del demonio[1].

[1] San Alfonso María de Ligorio. El hombre apostólico instruido para el Confesionario. Tomo 3, París, Librería Castellana, 1849, p. 203.

El hombre apostólico instruido para el confesatorio, ó sea practica é instrucción de confesores, obra escrita en latin / por S. Alfonso de Ligorio, obispo de Santa Agueda de los Godos ; traducida al castellano por D. Raimundo Miguel, profesor de latinidad y humanidades ... Tomo III

página 203

Hacer la señal de la cruz sobre el moribundo, ayudarle a ganar indulgencias recitando oraciones por él, son prácticas que el sacerdote debía de hacer con frecuencia, pero sobre todo debía de hacer que pensara la mayor parte del tiempo en Cristo y en la Virgen: dándole a besar sus imágenes, haciendo que meditara en la Pasión de Jesús y procurando que invocara sus nombres. Estas acciones nos permiten percibir la idea que se tenía de una lucha encarnizada en los últimos momentos entre el bien y el mal, por llevarse el alma del moribundo.

El hombre apostólico instruido para el confesatorio, ó sea practica é instrucción de confesores, obra escrita en latin / por S. Alfonso de Ligorio, obispo de Santa Agueda de los Godos ; traducida al castellano por D. Raimundo Miguel, profesor de latinidad y humanidades ... Tomo III

página 206

Los instantes previos a la expiración, el sacerdote debía tocar el cuerpo, cerciorándose que estuviera frío, tocándole manos o pies, “procurando que no le den vuelta en aquel estado de agonía, pues esto pudiera acelerar su muerte.”[1] Al sentir esto, se le debía de dar una vela bendita “para que la tenga y proteste de este modo que muere en la Fe catolica.”[2] Y se mandaba a tocar el primer toque de campanas de los que se utilizarían en el funeral: el de agonía, esto “para que llegue á noticia de todos la muerte próxima del enfermo y pidan á Dios por él[3]. Cuando la persona expiraba, el sacerdote y los circunstantes se ponían de rodillas, para hacer oración por su alma.

[1] Ibid, p. 206.

[2] Ibidem.

[3] Ibidem.

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Dentro de la religiosidad cristiana de la época moderna, la preocupación por morir era importante, pero más lo era el bien morir, de ahí que se redactaron varias obras cuya finalidad era enseñar sobre los pasos más relevantes que el moribundo debía seguir antes de la hora final. Por ejemplo, la obra Artes moriendi, sancionada por el Concilio de Constanza (1414-1418), puntualizaba desde las tentaciones, oraciones, preguntas, hasta el comportamiento de los circunstantes en tan fatídica hora, éste se considera uno de los más importantes del género conocido como “manuales del bien morir”.

La obra “El espejo de la muerte: en que se notan los medios de prepararse para morir”, del franciscano David de La Vigne, que aquí se expone, es un texto inscrito dentro de dichos “manuales del bien morir”. Editado en 1700 en Amberes, se sirve de la Pasión de Cristo (desde la Ultima Cena hasta el Calvario) para explicar lo que el moribundo debe hacer, meditar e incluso sufrir, en propiciación de sus pecados, esperando alcanzar la gloria eterna. Además, guía al sacerdote que le llevará los sacramentos finales en el acompañamiento que debe realizar para que se logre la meta ansiada: la salvación.

El espejo de la muerte : en que se notan los medios de prepararse para morir, por consideraciones sobre la Cena, la Passion y la Muerte de Jesu Christo con muy curiosas empresas emblematicas / explicadas por Don Carlos Bundeto, clerigo y licenciado en Theologia

Grabado calcográfico, pág. 57

Especulum Bonae mortis

Representación de la muerte, un hombre sale del sepulcro y es guíado por su ángel de la guarda a un lugar donde están representadas las tres virtudes teologales: fe, esperanza y caridad. La primera representada por el cáliz y la cruz, la segunda por el ancora y la tercera, puesta al centro, por Cristo Crucificado. La muerte, representada no sólo por el esqueleto sino por la serpiente y la manzana, recordando que por la desobediencia de Adán y Eva entró la muerte al mundo. El tiempo, por su parte, va de corrida, en el aire, al otro lado del hombre, mostrando que la vida ya es pasada.

El espejo de la muerte : en que se notan los medios de prepararse para morir, por consideraciones sobre la Cena, la Passion y la Muerte de Jesu Christo con muy curiosas empresas emblematicas / explicadas por Don Carlos Bundeto, clerigo y licenciado en Theologia

Grabado calcográfico, pág. 65

“Entonces se le apareció un Angel del Cielo, confortándolo y estando en agonía, redobló sus rogativas.”

Representa el momento de la extremaunción, comparado con la agonía de Jesús en el huerto donde, sabiendo que su fin era inminente, el Cristo temió y fue confortado por un ángel, quien lo animó a seguir adelante; así, la labor del sacerdote que lleva los últimos sacramentos es confortar al moribundo, animarle a que en los momentos finales, que serán de combate entre el bien y el mal por arrebatar su alma, sea fortalecido por el sacramento y abrazando con fe el final, pueda salir victorioso y salvarse.

El espejo de la muerte : en que se notan los medios de prepararse para morir, por consideraciones sobre la Cena, la Passion y la Muerte de Jesu Christo con muy curiosas empresas emblematicas / explicadas por Don Carlos Bundeto, clerigo y licenciado en Theologia

Grabado calcográfico, pág. 85

“Jesus padeció una vez por nuestros pecados, el Justo por los injustos, para que nos llevase a Dios.”

En el grabado vemos al Padre Eterno, recostado sobre el Firmamento, coronado por resplandores y las siete lámparas del Apocalipsis. El Creador de todo enseña con su mano la imagen de Jesús Crucificado, sostenida por los ángeles, atrayendo a todos los difuntos y exhortando: “Yo os di ejemplo, para que pensando en lo que os hice, hagáis también vosotros lo mismo.” (Juan, cap. 13). Los hombres a sus pies muestran diversas actitudes: estaca uno encadenado a un mundo, lamentándose por no poder deshacerse de esta cadena, pero es animado por una virgen que representa las tres virtudes: se trata de la fe, por la cruz que porta, simboliza la esperanza por el ancora a su lado, y refiere a la caridad por la llama que la timbra. En una colina, los ángeles armados combaten a la muerte y a los espíritus malignos, por la derrota que tuvieron con la muerte de Jesús en la Cruz.

El espejo de la muerte : en que se notan los medios de prepararse para morir, por consideraciones sobre la Cena, la Passion y la Muerte de Jesu Christo con muy curiosas empresas emblematicas / explicadas por Don Carlos Bundeto, clerigo y licenciado en Theologia

Portada

David de La Vigne (O.F.M.), 1614?-1684.

El espejo de la muerte : en que se notan los medios de prepararse para morir, por consideraciones sobre la Cena, la Passion y la Muerte de Jesu Christo con muy curiosas empresas emblematicas / explicadas por Don Carlos Bundeto, clerigo y licenciado en Theologia

En Amberes : en casa de Jorgio Gallet, director de la emprenta, 1700

Procedencia: Academia de Bellas Artes (Puebla, Puebla), antiguo poseedor

Referencia: 80216

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La portentosa vida de la muerte es una obra escrita en 1792 por Fray Joaquín Bolaños, que intenta hacer una suerte de “biografía” de la muerte, bajo fundamentos teológico-morales, explicando que la muerte es hija del pecado y éste a su vez de la concupiscencia, por lo que al ser la consecuencia a la desobediencia divina desde el Paraíso terrenal, todos los seres humanos están sujetos a estar bajo su imperio y pagar como tributo su propia vida.

La portentosa vida de la muerte

página 117

El imperio de la muerte, a decir de Bolaños, comenzó con el pecado de Adán y se cristalizó en la tierra con la muerte de Abel a manos de su hermano Caín, desde ahí la cita final, el juicio de la muerte, será inescrutable para todos los hombres. Pero la máxima preocupación del autor es hacer consciencia en la preparación para la muerte, dos capítulos dedica a hablar de personajes del antiguo testamento como embajadores de la muerte: Jonás ante los ninivitas y Samuel ante el rey Saúl, ambos con la consigna de anunciar la inmediata muerte, esperando la conversión de los receptores y prepararlos para el bien morir. Esta inquietud era fundamental entre los novohispanos, quienes leían manuales del bien morir. Siguiendo sus preceptos, los ricos testaban no sólo bienes sino mortajas y sitios de entierro, además de fundar Capellanías y Obras Pías para garantizar los sufragios por sus almas purgantes y así lograr llegar al cielo.

La portentosa vida de la muerte

Bramón, Francisco, ?-1664. Bolaños, Joaquín, (O.F.M.), 1711?-1796?

Los sirgueros de la virgen / Francisco Bramon ; La portentosa vida de la muerte / Joaquín Bolaños ; prólogo y selección de Agustín Yáñez

México : Ediciones de la Universidad Nacional Autónoma de México, 1944

Procedencia: Millán Acevedo, María del Carmen, 1914-1982, antiguo poseedor

Referencia: 93046_01

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El 5 de mayo de 1881 abrió sus puertas el primer panteón civil de Puebla: el Municipal, su inauguración supuso la clausura de los camposantos que, adosados a los conventos, funcionaban en la ciudad. Poca información se tiene sobre posibles protestas o inconformidades de la sociedad poblana ante la prohibición de entierros en los camposantos y la obligatoriedad del uso del Panteón Municipal. Sin embargo es revelador saber que en la ciudad de Puebla circuló un libro cuyo título era por demás significativo: “El cementerio en el siglo decimonono, o  última palabra de los solidarios”, escrito por el protonotario apostólico Mons. Jean-Joseph Gaume (1802-1879), francés y teólogo residente en Roma. La mayoría de sus obras versaron sobre el decaimiento religioso que se vivía en su época, situación que, según su perspectiva, había iniciado en el Renacimiento con la vuelta a los cánones clásicos y con ello al paganismo.

El cementerio en el siglo decimonono, o la última palabra de los solidarios, / por Monseñor Gaume, protonotario apostólico

Del libro que circuló entre la sociedad poblana, se conoce una primera versión en lengua castellana hecha en Barcelona en 1878. El tiraje angelopolitano fue hecho en la Imprenta Guadalupana –sita en Calle de Mesones núm. 15– en el año de 1880 y contó con autorización de la autoridad eclesiástica.

El cementerio en el siglo decimonono, o la última palabra de los solidarios, / por Monseñor Gaume, protonotario apostólico

página 19

Al iniciar el libro el traductor anónimo explica que el texto fue hecho en reacción a lo sucedido en Francia y Bélgica “paises en donde se ha iniciado con más descaro que en otro alguno la guerra á las sepulturas catolicas.”[1] El prelado identifica la causa de la secularización exacerbada en lo que llama “solidarismo” o “liberalismo social”, doctrina fuertemente laicista extendida por Europa

[1]“Dos palabras del traductor”, en: Monseñor Gaume. El cementerio en el siglo decimonono, o  última palabra de los solidarios. Puebla, Imprenta Guadalupana, 1880, p.3.

El cementerio en el siglo decimonono, o la última palabra de los solidarios, / por Monseñor Gaume, protonotario apostólico

Portada

 Jean-Joseph Gaume, 1802-1879

El cementerio en el siglo decimonono, o la última palabra de los solidarios, / por Monseñor Gaume, protonotario apostólico

Puebla : Reimpreso en la Imprenta Guadalupana, 1880

Procedencia: Serrano Daza, Rafael, 1832-1912, antiguo poseedor 

Referencia: 5236

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Las nuevas prácticas funerarias, instauradas y civilmente generalizadas, en el siglo XIX, obligaron a los ciudadanos a adoptar nuevas costumbres, una de las más visibles fue la de construir monumentos funerarios en los panteones civiles. El modelo de capilla supuso la réplica en tierra civil de los espacios sagrados, mostrando que, aun con las nuevas normas, la sociedad profundamente religiosa, necesitaba ver enterrados a sus muertos en espacios que invitaran e imitaran a los lugares sagrados.

Architecture funéraire contemporaine. Spécimens de tombeaux chapelles funéraires, mausolées, sarcophages, stéles, pierres tombales croix, etc. : Choisis principalement dans les cimetières de Paris et exprimant les trois idées radicales de l'architecture funéraire. La mort—l’hommage rendu au mort l’invocation religieuse a prpos du mort. / par M. César Daly, Architecte du gouvernement…

Lámina 1a sección, A, Plancha 1.

 

La obra francesa que aquí se expone, Architecture funéraire contemporaine... formó parte del acervo bibliográfico del Colegio del Estado, en ella se recogen muchos formatos de tumbas, varias con canones religiosos, pero muchas también con variaciones hacia erigir sepulcros laicos, emulando obeliscos antiguos, incluso túmulos pero ya sin connotaciones religiosas. Posiblemente de esta obra, salieron inspiraciones para erigir las capillas familiares, y las tumbas que se yerguen en los panteones decimonónicos de Puebla: el civil Municipal, el aristocrático francés y el catolico de la Piedad.

Architecture funéraire contemporaine. Spécimens de tombeaux chapelles funéraires, mausolées, sarcophages, stéles, pierres tombales croix, etc. : Choisis principalement dans les cimetières de Paris et exprimant les trois idées radicales de l'architecture funéraire. La mort—l’hommage rendu au mort l’invocation religieuse a prpos du mort. / par M. César Daly, Architecte du gouvernement…

Portada

 

Daly, César, 1811-1893

Architecture funéraire contemporaine. Spécimens de tombeaux chapelles funéraires, mausolées, sarcophages, stéles, pierres tombales croix, etc. : Choisis principalement dans les cimetières de Paris et exprimant les trois idées radicales de l'architecture funéraire. La mort—l’hommage rendu au mort l’invocation religieuse a prpos du mort. / par M. César Daly, Architecte du gouvernement…

Paris : Ducher et Cie., Éditeurs, 1871 (Imprimerie de J. Claye)

Referencia: 40969

Las letras de la muerte: de agonías, fallecimientos y sepulcros