Luzbel o la sombra. Reflexiones Finales

Por Mercedes I. Salomón

(Basado en el libro: Vivir sin máscaras de Susan Thesenga)

De acuerdo a Carl G. Jung se denomina sombra a la suma de todas las facetas de la realidad que un individuo no reconoce o no quiere reconocer en sí mismo y que, por consiguiente, descarta. La sombra es, por tanto, el mayor enemigo del ser humano: todos la tenemos, pero no lo sabemos; y si lo sabemos no queremos conocerla. Su función es que a todo ser humano le reporte lo contrario de lo que persigue. Un ejemplo: alguien puede pensar “La gente en esta oficina es envidiosa y a cada rato me critican”;  pero si uno ve el fondo, encontrará que él es un mal trabajador, llega tarde, y además hace las cosas a medias. En otras palabras, no hay nadie que acepte para sí mismo que es un mal trabajador, generalmente está convencido de que él es la víctima. Entonces, es más fácil proyectar nuestra sombra en otro puesto que no queremos vernos como “culpables”.

Sin embargo, todo lo que el ser humano rechaza pasa a su sombra, siendo ésta la suma de todo lo que cada individuo no quiere. Y será necesario que tarde o temprano, cada quien se ocupe de los aspectos de la realidad que ha estado rechazando. Pero usted podría preguntarse: ¿por qué habría de ocuparme de ello? ¿qué utilidad tiene en mi vida?

Primero, porque cuando uno rechaza en su interior un principio determinado, cada vez que lo encuentre manifestado en el mundo exterior, mediante la proyección, desencadenará en usted una reacción de angustia y repudio. Siempre sentimos nuestra sombra como un exterior, porque si la viéramos en nosotros (en nuestro interior) ya no sería sombra. Segundo, mientras más negamos la sombra, más nos tendremos que ocupar de la parte de la realidad que rechazamos, lo que nos consumirá atención y energía hasta el grado de experimentarla en carne propia. Para ejemplificar: los hijos siempre acaban por adquirir las formas de comportamiento que habían odiado de sus padres; lo que más criticamos en otro es lo que nosotros hacemos; los pacifistas se hacen militares; los moralistas, disolutos; los apóstoles de la salud, enfermos graves. En otras palabras: rechazo y lucha significan entrega y obsesión.

¿Por qué es tan difícil auto ver a la propia sombra? Porque es un punto ciego. Nuestro cuerpo está diseñado para que no podamos ver más que una parte de éste. Hay zonas como los ojos, la cara, la espalda, que no podemos ver y para poder contemplarlas requerimos de un espejo, de un reflejo. Eso mismo pasa con nuestra mente: padecemos una ceguera parcial y sólo podemos reconocer la parte que nos es invisible (la sombra) a través de su proyección y reflejo en el mundo exterior. Nuestra sombra nos angustia pues se compone de todos aquellos componentes que repudiamos y no queremos asumir. Es la suma de todo lo que estamos firmemente convencidos que tendría que desterrarse del mundo, para que éste fuera santo y bueno. Pero lo que ocurre es todo lo contrario: la sombra contiene todo aquello que falta en el mundo -en nuestro mundo- para que sea santo y bueno.

El mito sobre el Grial trata justamente de todo esto. El rey Anfortas enferma, herido por la danza del mago Klingor o un enemigo invisible. Su sombra le ha herido y él no puede sanar por sus propios medios porque no se atreve a preguntar la verdadera causa de su herida. La pregunta es necesaria, pero preguntarlo sería preguntar por la naturaleza del Mal. Al no atreverse, Anfortas no sana; en el ínter espera un salvador que tenga el valor de formular la pregunta redentora. Parsifal es capaz de ello. Parsifal significa “el que va por el medio”, por el medio de la polaridad del Bien y el Mal, con lo que obtiene la legitimación para formular la pregunta salvadora: “¿Qué te falta, Ohemin?” La respuesta siempre es la misma: “¡La sombra!”. La sola pregunta acerca del Mal, acerca del lado oscuro del hombre, tiene el poder curativo.

Parsifal en su viaje se ha enfrentado valerosamente con su sombra, y ha descendido a las oscuras profundidades de su alma, hasta maldecir a Dios. El que no tenga miedo a este viaje por la oscuridad será finalmente un auténtico salvador. Todos los héroes míticos han tenido que luchar contra monstruos, dragones y demonios y hasta contra el mismo infierno, para ser salvos y salvadores.

Presentar esta exposición en torno al ángel más bello constituye una ventana para justamente conocer nuestra sombra, para atrevernos a mirar y para abrazarla. Si cada visitante logra abrazar su belleza y cómo se ha expresado mediante miles de proyecciones a lo largo de la vida, habrán dado un paso en la sanación e integración de su ser. Porque somos dualidad, porque vivimos en un planeta dual, porque así como hay Dios está Luzbel y ambas polaridades viven en cada uno de nosotros.

 

La esencia magnífica abarca todos los mundos y a todas las criaturas, buenas y malas. Y es la verdadera unidad. Entonces, ¿cómo puede conciliarse el antagonismo del bien y el mal? En realidad, no existe antagonismo, porque el mal es el trono del bien. —Baal Sem Tob

 

 

 

Luzbel o la sombra. Reflexiones Finales