Formas y representaciones del diablo I. Hacer visible al caído
Las formas y apariencias del diablo han variado tanto como las palabras para nombrarlo. En un principio se le asoció con animales que se consideraban impíos como la serpiente. También podía adoptar la imagen de personas con capacidad de persuasión como teólogos, científicos o profesores. La fealdad de su apariencia fue considerada como reflejo de su interior maligno.
En los primeros siglos de la cristiandad se asoció a los demonios con los sátiros griegos e incluso con el dios Pan. Por esta razón, fue representado con patas de cabra, cuernos y barba a manera de mechón de pelo. Su naturaleza angelical le dotó de alas, que fueron representadas como las de un murciélago, por su naturaleza oscura. Incluso, la piel o ropa del diablo suele ser negra, por la ausencia de luz; aunque también puede ser rojo por las llamas del infierno.
Aunque varias descripciones de padres de la Iglesia o santos varían esta forma, el folclore y las tradiciones populares fueron estandarizando su representación desde la época medieval, hasta asumir un canon de representación, mismo que hasta hoy vemos en pastorelas o en obras de arte.
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En esta sección se puede ver la representación de Mefistófeles, demonio del folclore alemán que se encarga de negociar las almas de los humanos en los pactos con el diablo. Él es quien se encarga de pactar con el Dr. Fausto su alma a cambio de conocimiento, juventud y amor. Aunque desde el siglo XVI existía esta historia, es hasta la obra de Goethe y su publicación en el siglo XIX, que se populariza esta narración que tiene como eje el pacto satánico. La representación de Mefistófeles que vemos en la portada de esta versión en español está vinculada con la forma adoptada por el diablo en el teatro. Esto fue producto de una visión más sofisticada y elegante que obedecía a las ideas románticas en donde el Príncipe de los Infiernos cumple una función literaria de crítica a la condición de la sociedad de ese tiempo, más que a una enseñanza religiosa.
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También podemos observar una representación más tradicional del diablo en el frontispicio del Diccionario Infernal del francés Collin de Plancy. En esta imagen vemos el momento en que el propio Satán dialoga con el autor para escribir esta obra en una escena, en la que no tenemos claro si fue producto de un sueño, de una visión o pasó en realidad.
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Por último tenemos una obra poco conocida, El Padre Eterno, Satanás y Juanito García (1938) escrita por el artista mexicano Gerardo Murillo, el Dr. Atl, más conocido por su trabajo pictórico.
En esta obra sarcástica el autor muestra sus ideas antirreligiosas e irreverentes contra la iglesia catolica. En la portada podemos ver que, en pleno siglo XX, el estereotipo y las convenciones para la representación del diablo siguen presentes, por lo que a pesar de no mostrar los detalles del rostro, podemos reconocerlo por los cuernos, la cola y el color negro.