1. El camino de los almanaques, más sobre ellos…
En un primer momento y durante algunos años, los calendarios sólo mostraban en su contenido los meses distribuidos, así como el cómputo eclesiástico, las témporas, las notas cronológicas, las fiestas movibles, los eclipses, algunas noticias de historia universal y de México, referencias bíblicas y religiosas, entre otros. Algunos incluso llegaron a insertar datos más específicos, como los días que no se debía comer carne y las ferias principales que se celebrarían en el año.
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En este ejemplo podemos observar que el almanaque marca como verbenas más notables las de Tepalcingo, Huamantla, Cholula, entre otras poblaciones.
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Otro calendario muestra una imagen en la que sobresale un globo terráqueo en el centro, acompaña un texto que señala cuántos eclipses ocurrirán y expone la trayectoria de los que serán visibles.
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Con el paso del tiempo, la competencia editorial, la implementación de nuevas tecnologías y la creciente demanda de los almanaques, trajo consigo dos cosas: que su contenido se ampliara y que su apariencia se engalanara. Así es que se utilizaron elementos que adornaban la tipografía y también, se llegaron a incluir grabados y litografías. Ejemplos de lo anterior son las vistosas portadas que cubrían los almanaques de Ignacio Cumplido, así como las abundantes imágenes que fueron insertadas en sus páginas y que se pueden apreciar en el respectivo módulo temático.
No cabe duda de que los editores de estas publicaciones conformaron toda una empresa editorial en la que se sumaron reconocidos dibujantes y litógrafos como Hesiquio Iriarte. Por otro lado, estos impresos fungieron como espacios para publicitar todo tipo de productos, además, se ampliaron las temáticas en artículos distribuidos a lo largo de la publicación. Esto permitió que se imprimiera una diversidad de calendarios orientados a diferentes sectores de la población.
Además de conseguirse en las imprentas y alacenas de las ciudades, los almanaques podían comprarse con el mercero, un tipo de vendedor ambulante. En la litografía de “El Mercero”, publicada en Los Mexicanos pintados por sí mismos, podemos ver que el dibujante y los litógrafos, representaron a un comerciante que iba de un lado a otro ofreciendo diversos artículos, entre ellos, varios almanaques.