3. El legado de Manuel Murguía: Los Mexicanos pintados por sí mismos y sus calendarios
Manuel Murguía (1817-1860) incursionó también en el ramo de los calendarios, figura clave para comprender el entorno de los impresores, editores y litógrafos de México del siglo XIX. De su establecimiento comercial, el Portal del Águila, núm. 2, localizado en la calle del Coliseo Viejo (Ciudad de México), surgieron importantes publicaciones como revistas literarias, periódicos, impresiones musicales, calendarios, litografías para libros, entre otros.
Una de sus obras más notables fue Los mexicanos pintados por sí mismos, una colección de tipos que fue publicada por entregas entre los años de 1854 y 1855. La publicación constó de 35 descripciones literarias de autores como Hilarión Frías y Soto, y litografías de Hesiquio Iriarte y Andrés Campillo sobre algunos de los tipos populares más representativos como el “aguador” y la “china”. Posteriormente, estos personajes fueron reproducidos en algunos de sus calendarios.
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Murguía buscó en todo momento captar el interés de la clientela a través de sus calendarios que comenzaron a publicarse desde 1849. Esto explica, en parte, por qué aumentó la oferta de sus almanaques a partir de 1850. Los diferentes títulos y el cuidadoso tratamiento en algunas cubiertas y portadas muestran una intención de ampliar receptores, lo que no disminuyó pese al prematuro fallecimiento de Murguía en 1860.
Tal es el caso del Calendario de los agricultores publicado para 1866. El impreso lleva una cubierta en la que se anuncia el título de la publicación y en ésta se representa un hombre rodeado de vegetación quien viste una levita, pantalón, sombrero y zapatos. Aunque el personaje lleva una elegante indumentaria, está regando unas plantas y se le asocia con algunas herramientas como una pala y picota para las labores de cultivo.
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Otros dos ejemplos son los Calendarios curiosos para el año de 1886 y 1887. En este caso, ambos buscaban en su contenido, dirigir también su atención al sexo femenino al presentar un tema diferente, una “Colección de recetas escogidas por personas de buen gusto, y al alcance de toda clase de personas”.
En cuanto al trabajo litográfico en sus calendarios, éste destaca sobremanera. De acuerdo con un estudio, fue de tal calidad que permitió que muchas ilustraciones, incluso para obras externas, fueran realizadas en el taller de Murguía. Seguramente, se apoyó de Iriarte y Campillo para llevar a cabo imágenes como la escena de la “Natividad de Jesús” incluida en el Calendario para el año de 1852.
Por otro lado, desde que Murguía comenzó a publicar sus calendarios, éstos funcionaron como espacios idóneos para publicitar los trabajos que se realizaban en su establecimiento y para vender artículos relacionados con el ramo de la imprenta y la litografía. Con el paso de los años, dichos impresos fungieron también como medios para anunciar otro tipo de negocios como droguerías, perfumerías, tlapalerías, fábricas de chocolates, las entradas y salidas de diligencias en el país, entre otros.