Introducción
La Biblioteca Lafragua posee una importante colección de libros antiguos, muchos de ellos impresos entre los siglos XVI y XIX. Desde una perspectiva que nos permite contemplar aspectos asombrosos, admirables e inexplicables, en esta exposición descubriremos cómo se bosquejan los Animales Fantásticos y Maravillosos en las páginas de los libros de este acervo. Vale la pena señalar que no es posible establecer una clasificación estrictamente zoológica de estas criaturas, debido a sus características físicas entre las que se destaca su naturaleza híbrida. Al constituir una mezcla de diversos animales, estas bestias también están relacionadas con varios ámbitos a la vez, como el cielo, la tierra y el mar; por ello, tampoco es posible señalar una clasificación puramente espacial o que se apegue estrictamente a la simbología de la alquimia (fuego, aire, tierra, agua). Como veremos, algunos de estos seres, en general, transgreden fácilmente cualquier categorización. No obstante, para que resulte más amena la presente exhibición, hemos distribuido la presencia de los animales en tres grandes grupos: animales del aire, animales de la tierra y animales del agua.
A lo largo de la historia, los animales “maravillosos o fantásticos” — a los que denominamos así para diferenciarlos de sus referentes naturales— han formado parte de la cosmovisión del ser humano, hasta el punto de considerarlos, en ciertos momentos, verdaderos. Como muestra de lo anterior, tenemos el testimonio de algunos historiadores y científicos naturalistas de la antigua Grecia y Roma, quienes afirmaban que era posible encontrarlos en tierras lejanas. Se pensaba, por ejemplo, que el Pegaso era natural de Etiopía; mientras, se aseguraba que los Grifos y el Unicornio provenían de la India, y que en ambos lugares se producían Dragones. De igual manera, se decía que el Basilisco era originario de Libia, que la Salamandra habitaba en el interior de las fundiciones de Chipre y que la Hydra tenía por morada el lago de Lerna.
En este recorrido bibliográfico el visitante, cual viandante asombrado ante las criaturas que observa en territorios desconocidos como los antes mencionados, apreciará criaturas aladas, como el ave Fénix y el ave Roc que fueron motivo de estudio en los textos especializados de historia natural; o bien, animales vinculados a la tierra, como el Unicornio y la Salamandra, los cuales fueron usados como insignia de una imprenta o un impresor. Finalmente, el encuentro con los monstruos marinos también es posible en esta exploración documental, pues son protagonistas de las leyendas de la Europa nórdica registradas en los libros de la selección que presentamos. Además, varios tratados, entre ellos los de emblemas, incluyen a la serpiente acuática de múltiples cabezas conocida como Hydra.
Nos llevaría demasiado lejos intentar rastrear los eruditos razonamientos mediante los cuales se ha intentado determinar las causas de que en estos pasajes se refieran a animales concretos y reales. En un tiempo en el que no era necesario corroborar la existencia in situ, por ejemplo, de animales marinos monstruosos o aves gigantes, todas estas criaturas eran consideradas normales porque la descripción de ellas se refería a realidades desconocidas; también resultaba común que se afirmara la existencia de ellas en tierras lejanas a las que los escritores, probablemente, nunca tendrían acceso.
Como consecuencia, era recurrente que en los relatos se diera la combinación de elementos naturales propios de las bestias con otros puramente sobrenaturales sin presentarlos como tales. Nada parece indicar que fuese sobrenatural un león alado o un animal con múltiples cabezas. Pero sí era evidente que los autores —ya sea de una enciclopedia, de un bestiario, de una narración de viaje o, incluso, de un relato bíblico o didáctico— tenían impresiones intensas tanto de lo que era un asno, un perro, un buey o una lechuza; como de lo que era un ave Fénix, un Unicornio o un Dragón.