El Dragon alado

Así, el dragón en su uso ideológico presenta simbologías opuestas, pues además de ser escogido como símil de dimensión política, valor o fuerza, también es simbólicamente el signo de la maldad al ser alanceado por San Jorge, ya que en este caso el santo patrón es el representante del Bien. El dragón es el guardián del umbral y se encarga de custodiar celosamente determinados lugares o tesoros, pero también es el símbolo del Mal, por lo que es común la idea de lucha contra dragones en los reinos cristianos que pretenden impulsar la religiosidad de los fieles de la época. En la escena de la lucha entre ambos adversarios también es iconográficamente idóneo para representar la victoria sobre la herejía religiosa y otros asuntos rechazados por la Iglesia católica. El dragón de este tipo, también llamado dragante (dragón con la boca abierta, mordiendo o tragando la lanza), es muy frecuente en la heráldica y está relacionado con la caballería y con San Jorge.

 

En un pasaje atribuido al Libro de Daniel (en el capítulo 14, considerado una adición extra canónica), por ejemplo, aparece la historia de la destrucción del Dragón al que los babilonios rendían adoración.

Biblia Sacra, ad optima quæque veteris, & vulgatę translationis exēplaria summa diligentia, pariq[ue] fide castigata. Cum Hebraicorum, Caldæorum & Græcorum nominu[m] interpretatione

Libro de Daniel, capítulo 14, con grabado xilográfico, p. 855. Referencia: 96971.

Los XL libros d'el compendio historial de las chronicas y vniuersal historia de todos los Reynos de España / Compuestos por Esteuan de Garîbay y Çamàlloa

Portada arquitectónica en grabado xilográfico. Referencia: 39264.

Otro ejemplo lo encontramos en el escudo de armas de la Villa de Mondragón o Arrasate, en la provincia de Guipúzcoa, que representa una de las leyendas de la mitología de Vasconia: En un castillo situado en la cumbre del monte Murugain, ahora llamado de Santa Bárbara, vivió un feroz dragón (Herensuge o Errensugea, en euskera). Una vez al año, el monte crujía y temblaba para dar salida al terrible monstruo que se alimentaba del ganado de la región, pero también de carne humana. Los habitantes de Arrasate habían logrado aplacar al engendro ofreciéndole una doncella del pueblo elegida al azar.

Cuando la suerte cayó sobre la prometida de un valeroso herrero del pueblo, éste se enfrentó al dragón con una barra de hierro al rojo vivo con la cual, usándole como lanza, hirió de muerte a su enemigo. El dragón desapareció pero desde entonces, como recuerdo de la proeza del herrero, según se dice, aparece un dragón en el escudo de Arrasate, comunidad que también recibe la denominación de Mondragón (Monte del dragón) desde 1260 por concesión del rey Alfonso X “El Sabio”. Por esa razón el escudo de la población fue colocado en la base de uno de los pilares de la portada arquitectónica de la obra de Esteban de Garibay y Zamalloa, vecino de la Villa.

El Dragon alado