3.5 Mathurin-Jacques Brisson (1723-1806)
La física y la química surgieron como ciencias hermanas, por ello no sorprende encontrar textos de física que involucran en buena parte estudios de química. Tal es el caso del texto Tratado elemental o Principios de Fisica originalmente publicado en 1800 en francés y reimpreso al castellano en 1802, escrito por Mathurin Jacques Brisson (1723-1806) zoólogo y filósofo francés, miembro de la Real Academia de Ciencias de París y profesor de física experimental, historia natural y química en las escuelas centrales de la capital francesa.
Brisson dedicó los primeros años de investigación al estudio de las Ciencias Naturales, para posteriormente ser nombrado profesor de filosofía natural en Navarra y posteriormente en París. Logró reconocimiento gracias a múltiples textos sobre temas de física, su obra más importante fue Pesanteur Spécifique des Corps publicada en 1787.
En la edición castellana de su obra, Tratado elemental o Principios de Fisica, se modificó el título del cuarto tomo para incluir los aspectos de la química útiles al tratado general: «Elementos ó Principios Físico-químicos destinados para servir de continuación á los Principios de Física»
Suplemento al diccionario universal de física, constituye uno de los textos de principios del siglo XIX fundamentales en la enseñanza de la química. Esta obra difundió ampliamente al castellano, así como en toda Europa. La obra contiene amplias descripciones de componentes y sustancias identificadas hasta esa época, así como la breve semblanza histórica de la sustancia o elemento y quiénes contribuyeron en su identificación.
Contiene además ilustraciones de equipo químico y de física y algunas láminas de ciencias naturales complementarias, convirtiéndolo en un texto de consulta esencial en la enseñanza científica.
*Ésta y las imágenes subsiguientes proceden del décimo tomo de la edición en castellano:
Brisson, Mathurin-Jacques, 1723-1806
Diccionario Universal de Física / escrito en francés por M. Brisson, individuo que fue de la Real Academia de Ciencias de París, maestro de física é historia natural de los Infantes de Francia, profesor Real de física experimental en el colegio de Navarra, Censor Real, y actualmente individuo del Instituto Nacional de Francia, en el ramo de física ; traducido al castellano y aumentado con los nuevos descubrimientos posteriores a su publicación por los doctores D.C.C. y D.F.X.C.
Madrid : En la imprenta de Don Benito Cano, 1796-1802
Referencia: 2625
Para el estudio de la química, el microscopio rápidamente se constituyó como una herramienta básica para los laboratorios, ya que permite observar elementos constitutivos invisibles a simple vista, ya sea a través de lentes, crisoles, rayos de luz e incluso gotas de agua y demás interludios antiguos, se lograban imágenes en escalas convenientes para su examinación y análisis.
La microscopía tiene orígenes muy antiguos, las civilizaciones egipcia, griega, babilónica y china conocían las propiedades de las lentes, pasando Zacharias Janssen quien en 1590 propuso un primer microscopio compuesto, Galileo Galilei con su microscopio óptico en 1609 utilizando un diseño basado en la combinación de una lente cóncava junto con una lente convexa y Robert Hooke, quien en 1665 publicó una de sus obras más importantes titulada Micrographia, en la cual se empleó el microscopio con fines científicos. Sin embargo fue en los siglos XVIII y XIX cuando se produjeron las innovaciones más importantes en esta materia.
Antonie van Leeuwenhoek (1632-1723) ideó una nueva técnica de fabricación de lentes que le permitió alcanzar aumentos de hasta 200x. Con el objetivo de fabricar mejores lentes para analizar la calidad de las telas con las que comerciaba, desarrollo un nuevo modelo de microscopio el cual fue ganando popularidad. Para 1776 el británico Jeremiah Sisson construyó el primer revólver para microscopios el cual permitía cambiar el objetivo con el que se observaba la muestra.
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Algunas ilustraciones de equpo de química contenidas en Diccionario Universal de Física
En los estudios científicos del siglo XVIII y principios del XIX, las ciencias confluían en un trabajo naturalmente interdisciplinario, de tal forma que los textos de química abarcaban un amplio abanico de sustancias orgánicas e inorgánicas y con ello, el desarrollo y ampliación de los instrumentos de laboratorio.
Hacia el siglo XIX sería motivo de análisis profundo la diversidad de plantas, raíces, hojas, flores, huesos, pelo, uñas y otras estructuras organizadas en vegetales y animales; así como bálsamos, resinas, gomas, aceites, grasas y sangre entre otras extraídos a partir de plantas o animales. También se analizaron, por otra parte, carbón, brea, petróleo y otros minerales en bruto, o materiales artificiales, como cerámica, porcelana o vidrio, y por supuesto las sustancias naturales procesadas como los metales, ácidos minerales, álcalis y sales.
La exclusión de estas sustancias en los programas de química universitaria se completaría a mediados del siglo XIX. Así, de todo el grupo de sustancias tratadas en el siglo XVIII tan solo un pequeño conjunto se reconoce hoy de inmediato como sustancias químicas.
La sistematización casi completa de las dos ramas de la Química: Orgánica e Inorgánica, la aplicación de los métodos matemáticos y físicos al estudio de los procesos y la especialización de la Química como disciplina científica, fue una realidad producida hacia el siglo XIX.